jueves, 12 de junio de 2025

Cómo Desarrollar Temas Evangelísticos (Parte 1) Una guía para saber lo que vas a decir (sin decir siempre lo mismo)


Hola, quiero ayudarte a hacer muchos discípulos de Jesús. Imagina un ejército de adoradores en espíritu y en verdad, a quienes tú ganaste para Cristo. Para ello necesitas predicarles el evangelio.

El evangelio es uno y no cambia. Jamás dejaremos de difundirlo. No importa que a alguien le parezca aburrido, porque es el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.

Sin embargo, no siempre tenemos que usar el mismo discurso rayado. De hecho, si lo predicamos bien no suele aburrir, más bien (ya sea) enojar o convertir.

Primero, porque el evangelio es multifacético: significa que puede estudiarse desde diferentes ángulos y jamás nos lo acabaremos (hablaré de las facetas del evangelio en otro artículo).

Segundo, porque evangelizar es también hablar de lo que ese mensaje implica en las diferentes áreas de la vida. Si el evangelio tiene que ver con toda nuestra vida, entonces ¿te imaginas cuántos temas podemos usar de base para predicarlo?

En esta guía no te daré temas específicos. Pero ¿Te imaginas preparar tus propios temas para evangelizar? Yo sí te imagino. Así que, te comparto dos estructuras que puedes usar para desarrollar un tema por ti mismo (y dos más en el post que viene). Míralas como un mapa mental que te indica lo que vas a decir. Vamos pues.

1. A partir de un problema de la vida.

Esta estructura parte de un problema o situación de la vida de tus oyentes. Todos los problemas se relacionan con el evangelio de una u otra manera, y la gente tiene muchos problemas. O sea, la lista se vuelve casi infinita.

Para darte ejemplos, puedes hablar de temas como la tristeza, la soledad, la familia, la injusticia en el mundo, la alegría, las responsabilidades del trabajo, los bienes materiales. Todos sirven como un buen punto de partida, porque el evangelio soluciona, responde o reivindica todos estos problemas.

La forma de utilizarlo es sencilla, pero poderosa:

  1. Abordas el problema o situación de la vida, su causa (el pecado) y consecuencia (castigo eterno).

  2. Expones un atributo de Dios que se relaciona o contrasta con el problema.

  3. Presentas la solución que ofrece el evangelio de Cristo.

  4. Lo invitas a arrepentirse y creer el evangelio.

Una introducción intrigante

Agrégale una breve introducción y ya tienes un mensaje bíblico qué compartir. Tengo preparada una serie sobre “cómo preparar un sermón” en donde profundizo acerca de las introducciones. Pero a grosso modo: busca que enganche.

Para enganchar debes despertar una duda. Así se genera intriga, suspenso o curiosidad (como prefieras llamarlo). Eso retendrá a tu oyente. Solo que siempre resuelvas esa duda en el desarrollo del mensaje.

Puedes plantear la duda como una pregunta, o contar una historia que la genere, o una frase potente o polémica que la despierte.

¿Qué puede ser? Bueno, con esta estructura es fácil. Usa el problema de la vida que seleccionaste. Si hablas sobre “Relaciones rotas”. Puedes preguntar:

Si contamos a los amigos en toda su vida que jamás le han decepcionado o traicionado, ¿juntaría más de 100? ¿De 50? ¿De 10? La realidad es que vivimos en un mundo de relaciones rotas. Pero hoy usted puede iniciar una relación personal con alguien que jamás le va a traicionar.

No tiene que ser muy sofisticada. Pero púlete lo más que puedas y sé breve. Este es el punto donde ganas o pierdes el interés de de tus oyentes, y sin interés no te escucharán.

Ejemplo:

TÍTULO: ¿Cómo lidiar con la incertidumbre de la vida?

  • Intro

No quiero inquietarte con estas preguntas, pero son interesantes: ¿Sabes la fecha en que morirás? ¿Sabes cómo va a suceder? (Esperas a que respondan). Bueno, ¿sabes si vas a morir o no algún día? Así es, ¿no es lamentable que todo en la vida es incierto menos que vamos a morir?

  • Problema: Todo en la vida es incierto, menos la muerte porque somos pecadores (Santiago 4:13-14; Hebreos 9:27). ¿Y a dónde irás cuando mueras? (Romanos 3:23; 6:23).

  • Doctrina: Dios nunca cambia y siempre cumple lo que promete. Por eso nos tiene misericordia y paciencia (Malaquías 3:6; 2 Pedro 3:9). Pero prometió también castigar a quien no se arrepienta (Ezequiel 18:4).

  • Solución: Las promesas de Dios se cumplen solo mediante Jesús (2 Corintios 1:25). Él no cambia y te prometió salvación del pecado y vida eterna (Hebreos 13:8; Juan 3:17; 6:47)

  • Invitación: Dios no cambia, pero tú y yo tenemos que cambiar nuestro pecado por Dios, eso se llama arrepentirse. Debes arrepentirte y creer solo en Jesús para que te salve y recibas la promesa de vida eterna. Puedes tener certeza de eso. ¿lo harás?


Te explico a detalle los pasos.

Paso 1: Hablas del pecado y de sus consecuencias.

El pecado causa todos los problemas del mundo. Suena polémico, lo sé. Pero sigue leyendo.

No me refiero a que cada problema que tengas sea porque hiciste algo malo. Pero todo lo negativo del mundo es consecuencia finalmente de la maldición por el pecado de nuestros primeros padres: Adán y Eva (personas reales).

Pero no solo ellos pecaron, también nosotros. Sí, muchos problemas que tenemos sí son debido (llamémosle si quieres) a malas decisiones, ya sean nuestras o de otros (o ambas).

El pecado trae consecuencias. La consecuencia final es el castigo eterno.

El infierno es real, concuerda con la lógica*, y debemos advertir sobre su peligro inminente como Jesús lo hizo.

*Nota: Trataré la lógica detrás de la idea del infierno en otro post, ¿te gustaría leerlo?

Paso 2: Contrastas el problema con los atributos de Dios.

Si hablamos de nuestro pecado, Dios es santo; si de nuestra tristeza, Dios es consolador; si nuestro odio, Dios es amor; si nuestra inmoralidad, Dios es puro; si nuestro rencor, Dios perdona; si nuestra vida es corta, Dios es eterno; si la vida cambia, Dios no.

Este punto es fundamental porque, piénsalo, TODOS sabemos que somos pecadores. Conozco a muy pocos que niegan esta verdad tan evidente. Pero, aunque todos lo sabemos, parece importarnos poco.

Pero, cuando entiendes la santidad de Dios (y su lógico odio por el pecado), entiendes la gravedad de tu situación. Tampoco consuela refugiarte en Dios si no sabes que Él es infinitamente bondadoso. Pero tu perspectiva cambia cuando conoces a Dios y sus atributos.

Paso 3: Presentas a Cristo como el único que puede salvar al pecador y acercarlo a Dios.

Cuando eres inconverso, no importa si Dios tiene la respuesta a tu problema. No la vas a recibir porque no puedes acercarte a Dios, ni tampoco quieres.

Eso resulta chocante, lo sé. Pero es así. La Biblia lo deja claro ¿La solución?

Comienzas a buscar realmente a Dios solo (SOLO) cuando Jesús te salva y te hace una nueva criatura.

No antes. Antes no. Nunca. Jamás. Si lo sé: deseo dejar claro el punto.

Entonces, cuando Jesús te limpia de todo tu pecado con Su sacrificio*, es cuando puedes acercarte al Dios santo. ¿Ves que el pecado es grave? Jesús tuvo que morir para rescatarte

*Nota: abajo explico qué tiene que ver el sacrificio de Jesús contigo.

Paso 4: Haces un llamado a la acción (como dijera un bloguero).

Invítalo a dar el paso de fe, a tomar una decisión*. ¿Cuál? Obedecer a Jesús o ignorarlo. Él dijo: “Arrepentíos y creed en el evangelio” (Marcos 1:15) Así que, crees el mensaje de Jesús o lo desprecias. No hay término medio.

*Nota: no creo en el decisionismo, la obra es de Dios de principio a fin. Pero también que somos responsables de nuestras decisiones y debemos responder cuando Él llama.


Bien, pasemos a la siguiente estructura para que pronto puedas armar un tema por ti mismo.

2. Desde una doctrina o atributo de Dios

La lógica es exactamente la misma (no tenemos que repetir todo). Pero ahora, en lugar de un problema de la vida, partirás de una doctrina (significa enseñanza) o atributo de Dios. Bastante sencillo, ¿no? El evangelio es sencillo.

“No es que el evangelio sea difícil de entender intelectualmente, más bien es que es imposible que el corazón depravado lo acepte” —Sinclair Ferguson.

Ahora bien, si teníamos temas de sobra partiendo de un problema de la vida, ¡imagínate si hablamos del Dios infinito! Como dijo Pablo:

"¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?" (Romanos 11:36).

En muchos sentidos, hablar del evangelio es hablar de Dios.

La diferencia con la estructura anterior es el orden. Aquí, planteas la pregunta desde una doctrina de Dios. Luego, contrastas con la situación del hombre (el problema), y finalmente, lo relacionas a la persona y obra de Cristo (la solución) y cómo debemos responder (la invitación).

¿Por qué no usar solo la estructura anterior? Las doctrinas despiertan interés en los que no conocen de la Biblia. Imagina que comienzo diciendo: ¡Si Dios es bueno, tiene que castigar al pecador! Por supuesto, eso suena intrigante.


¿En sí qué es el evangelio?

Antes de concluir, aclaremos este asunto. ¿Habías pensado en esta pregunta? Te dicen: evangeliza, evangeliza. ¿Pero te han dicho cuál es el contenido de ese mensaje que llamamos evangelio?

Algunos dicen que toda la Biblia es el evangelio. De alguna manera, sí; pero no. La Biblia lo contiene y lo anuncia en todas sus páginas, pero no es en sí el evangelio.

Otros, que el evangelio son 4 verdades fundamentales: el pecado, la consecuencia, la solución y la invitación. Pero, aunque (lo habrás notado) las incluyo en la estructura para predicarlo, esas verdades tampoco son en sí el evangelio (si no implicaciones).

Sin más preámbulos:

El evangelio es el mensaje o la buena noticia (del griego evangelion) que nos cuenta Quién es Jesús y lo que vino a hacer para salvarnos de nuestros pecados.

¿Quién es? 

Jesús es el Hijo de Dios; por tanto, es Dios: Dios, el Hijo. El cual se hizo hombre. No dejó de ser Dios verdadero, pero comenzó a ser verdadero Hombre.

¿Qué hizo... hace y hará?

Como hombre, vivió una vida perfecta en obediencia a Dios el Padre*: una vida que nosotros debimos haber llevado. Él cumplió la ley que Dios nos encargó que cumpliéramos nosotros. Fue completamente justo y sin pecado, cada segundo de Su vida.

*Nota: Dios subsiste en tres personas, pero es un solo Dios; lo cual llamamos la doctrina de la Trinidad.

Después de vivir así, murió como un criminal en una cruz. Hubo una razón, Dios estaba cargando en Él, el pecado de todos nosotros (Isaías 53); nunca conoció pecado, pero ahí Dios “por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21). Murió como un malhechor, aunque nunca lo fue.

Todo eso lo hizo como hombre, fue nuestro representante con Su vida perfecta, y nuestro sustituto en el castigo. Vivió como nosotros debimos haberlo hecho. Luego, recibió lo que nosotros merecíamos: la muerte.

Ahora, como Dios, tiene el valor intrínseco suficiente (infinito), para que Su sacrificio por nosotros valiera de algo. De nada sirve que yo dijera a Dios que me castigara a mí en tu lugar, porque me diría: paga primero tu cuenta, ya tú tienes una deuda qué saldar, ¿cómo pagarás por otro?

Pero si un ser infinito, y además perfecto, muere en tu lugar, valdrá lo suficiente para pagar tu deuda infinita por ofender a un Dios infinito ¿quién será que puede salvarnos?

He ahí al Hijo de Dios, perfecto, tiene todo lo necesario para hacer el trabajo. Puso su valor como garantía por mí. Por eso mi corazón se derrite y mis ojos se inundan al pensar en cuanto me ama.

Finalmente, resucitó. Con lo cual venció a la muerte que te amenazaba y confirmó las promesas que te había hecho: perdón y vida eterna. Sus discípulos lo vieron, es histórico; y después de 40 días ascendió al cielo, de donde regresará para restaurar la creación y para que estemos con Él por siempre.

Así que te resumo:

El evangelio es la historia de Jesús, el Hijo de Dios que se hizo hombre para vivir, morir y resucitar por ti. El cual vendrá para restaurar la creación por completo, librarla de todo el mal, y para que disfrutemos con Él por la eternidad.

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Ejemplo:

TEMA: ¡Si Dios es bueno, tiene que castigar al pecador!

Dios es bueno. El aire en tus pulmones, los amaneceres y atardeceres, la familia y que estés aquí, son testigos de esa verdad. Dios es bueno. Ahora, piensa en la siguiente frase: ¡Si Dios es bueno, tiene que castigar al pecador! ¿Estás de acuerdo? Bueno, te demostraré que es verdad.

  • Doctrina: Dios es bueno, y no hace acepción de personas: castiga a quien lo merece (Deuteronomio 10:17; 2 Crónicas 19:7).

  • Problema: El pecador es culpable y merece ser castigado (Romanos 6:23), y tú y yo somos pecadores (Romanos 3:10-18). Dios tendrá que castigarnos porque no es corrupto.

  • Solución: Jesús es el justo que pagó el castigo por el injusto (1 Pedro 2:22-24; ; Isaías 53:6). Si te unes a Él espiritualmente, te da su justicia y Dios ya no tiene que castigarte (2 Corintios 5:21; Gálatas 2:20).

  • Invitación: Puedes unirte a Cristo si te arrepientes y crees en Él (Marcos 1:15)

CONCLUSIÓN

Estas dos estructuras son formas muy sencillas de compartir el evangelio. Viste que tienes muchos temas. Echa manos de ellos. Haz una lista grande y empieza a trabajarlos de a poquito.

Comienza con uno y hazte experto, practícalo allá afuera. Haz discípulos. Comenzaron doce. Somos muchos. Faltan más.

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Quiero saber un poquito de ti. Dime:

¿Qué estructura o tema sueles usar en el evangelismo?

¿Cuál es tu mayor reto para evangelizar?

¿Prefieres el evangelismo personal o ante un público?

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